Para algunos volar es una experiencia fascinante, pero para otros puede convertirse en una auténtica pesadilla. Volar puede ser una experiencia maravillosa o una carga, un sueño o una pesadilla. Lo que para algunos es una experiencia fascinante, para otros puede ir intrínsecamente unido a un sentimiento de miedo. La mayoría de estudios al respecto presentan pruebas de que aproximadamente la cuarta parte de los pasajeros de un avión, y a veces la mitad, experimentan miedo a volar o síntomas muy similares a éstos.
Por miedo a volar entendemos una inquietud permanente y desproporcionada que surge antes del vuelo y que lleva a un deseo apremiante de evitar la situación. La palabra fobia deriva del nombre del dios griego Phobos, la encarnación del miedo y del terror. La escala de reacciones que se produce ante el miedo va de leves sensaciones de angustia hasta el pánico.
DISTENSIÓN Y MIEDO NO PUEDEN DARSE AL MISMO TIEMPO
El miedo es algo natural y, de hecho, es bueno que no queramos perderlo del todo. De lo que se trata más bien es de influir en el proceso del miedo y, de este modo, controlarlo. Para ello existen diversidad de técnicas. En este artículo nos vamos a centrar en aquellas que tienen que ver con la relajación. Y partimos de un principio fundamental: en una musculatura distendida no puede darse una experiencia intensa de miedo. Efectivamente, el miedo -y por lo tanto también el miedo a volar- aparece siempre asociado a un estado de tensión muscular. Esto implica que si conseguimos mantener nuestra musculatura rejada, es altamente improbable que el miedo haga acto de presencia en nuestro cuerpo.
Lo que sigue son un conjunto de técnicas que, si las practicas, notarás como tu musculatura se distiende y, en consecuencia, también tu mente.
TÉCNICAS DE RELAJACIÓN MUSCULAR PARA CONTROLAR EL MIEDO
Relajación para preparar los músculos:
Tensa todo lo que puedas los distintos músculos del cuerpo durante 10 segundos. Mantén la tensión máxima conseguida durante 5 segundos más antes de relajarte poco a poco. Apreciarás que tu sensibilidad a los distintos grados de tensión de tus músculos aumenta.
Experimentarás que a la relajación corporal le sigue con el tiempo una relajación mental. No olvides, mientras realizas los ejercicios, no tensar nunca tus músculos hasta el extremo que empiecen a dolerte.
Relajación de los brazos:
Adopta una postura lo más cómoda posible, afloja la tensión de los músculos en brazos y piernas. Relájate hasta que te sientas a gusto. Cierra tu mano derecha en un puño. Aumenta, poco a poco, pero con firmeza, la presión. El puño se endurece cada vez más. Siente la tensión en su mano derecha, en tu antebrazo (5”). (Figura 1)
Ahora relájate. Afloja los dedos de tu mano derecha y percibe al hacerlo la sensación tan agradable que se experimenta. Libera todas las tensiones y nota cómo la relajación del brazo se extiende por el resto del cuerpo (aprox. 20”). Acto seguido, realiza la misma operación con la mano izquierda. Cierra la mano izquierda en un puño, mientras el resto del cuerpo se mantiene relajado. Presiona todavía más y siente la presión (5”). Relájate de nuevo. Precibe y disfruta la diferencia (aprox. 20”).
A continuación cierra los puños de ambas manos. Aumenta la presión los antebrazos están muy tensos. Siente la tensión (5”). Ahora relájate. Afloja los dedos y siente la relajación (aprox. 20”).
Flexiona el codo y pon en tensión los músculos de la parte interna del brazo, los bíceps. Aumenta la tensión y controla la sensación de tensión (5”).
Afloja de nuevo los brazos, relájate y precibe la diferencia (aprox. 20”).
Para realizar el siguiente ejercicio vuelve las manos de manera que las palmas miren hacia arriba y presiónalas junto con sus antebrazos hacia abajo, contra su punto de apoyo siente la tensión en los tríceps, en la parte posterior de los brazos (5”).
Vuelve a relajarte de nuevo. La relajación se extiende desde los brazos, pasando por los antebrazos, hasta las manos y los dedos.