Los viajes en avión durante el embarazo no se consideran peligrosos, pero sí conviene tomar una serie de precauciones, sobre todo en casos de riesgo. El ambiente en los aviones comerciales no se considera peligroso durante el embarazo normal. A una altitud de 5000-8000 pies (1524-2438 m.) la hemoglobina materna está saturada en un 90%. Con las peculiaridades de la hemoglobina fetal, de la curva de disociación de la oxihemoglobina, y otros efectos, la PaO2 fetal está invariable. No hay datos que sugieran que el ambiente en los vuelos comerciales aumente el riesgo de abortar.
Huch et al. Estudiaron los cambios en la fisiología fetal durante el vuelo entre las 32-38 semanas de gestación. Aunque se percibieron algunos cambios cardiovasculares en las embarazadas, no se observaron cambios en la variabilidad del ritmo fetal (bradicardia o taquicardia). Tampoco hay pruebas de que una exposición crónica a alturas de 3.100 m (10.700 pies) cause problemas en relación con la gestación. De hecho, la mayoría de las compañías aéreas americanas permiten que sus azafatas vuelen durante el primer y segundo trimestre. La actitud de las europeas, en cambio, es distinta. Influidas fundamentalmente por los grupos de trabajo del Eurados (radiaciones) y de las JAR (Requisitos Conjuntos de Aviación en Europa), en la mayoría de los casos se les baja del avión hasta finalizar el embarazo. En Iberia, a las tripulantes gestantes se les retira la licencia de vuelo.
- PRESIÓN
En el caso de una descompresión brusca, todos los pasajeros deberían utilizar oxígeno suplementario. Los procedimientos de descenso de emergencia deberían anular cualquier riesgo de alteración en el intercambio de gases del feto que sí podría tener lugar a continuación de una descompresión brusca.
Con el aumento de altitud, la relación presión-volumen hace que los gases se expandan y pueden quedar atrapados en las cavidades del cuerpo. El aumento de volumen del gas intestinal produce mayor incomodidad en la mujer gestante próxima a término, debido a la falta de espacio abdominal. Por ello, es razonable aconsejar la no ingesta de alimentos productores de gas en los días previos al vuelo previsto.
En cierto artículo se publicó la relación de una ruptura de membranas pretérmino con una baja presión barométrica, pero no hay ningún dato que asocie una ruptura de membranas pretérmino o un parto prematuro con las incidencias en los vuelos comerciales. Sólo se ha informado de un caso de desprendimiento prematuro de placenta durante el vuelo, aunque este hecho no es una circunstancia rara, y cada vez más mujeres embarazadas viajan en avión, lo que no lo asocia necesariamente con el vuelo.
- VÓMITOS Y MAREOS
Viajar en avión puede provocar mareo, así que los médicos deberían educar a las embarazadas en el sentido de que las náuseas y el vómito que en ocasiones padecen en los primeros momentos del embarazo pueden incrementarse durante el vuelo. Habría que considerar la posibilidad de medicación antiemética para las señoras que previamente ya estén teniendo problemas.
Por otro lado, y para prevenir la aparición de un desprendimiento de placenta, las viajeras embarazadas deberían utilizar el cinturón de seguridad durante todo el vuelo, mientras estén sentadas por si aparecieran turbulencias durante el vuelo, hecho frecuente e inesperado. El cinturón debería abrocharse cómodamente por encima de la pelvis o la parte alta de los muslos, de esta forma reduciendo el riesgo de cualquier herida sobre el interior del abdomen. Los paseos por el pasillo del avión a finales del embarazo deben de hacerse con precaución debido al cambio del centro de gravedad de la embarazada así como a la dificultad mecánica para caminar por el voluminoso abdomen.
- CIRCULACIÓN SANGUÍNEA
El poco espacio de los asientos y la tendencia del pasajero a permanecer inmóvil durante mucho tiempo aumenta el riesgo de aparición de edema en extremidades inferiores, tromboflebitis y trombosis venosa profunda. El embarazo aumenta este riesgo significativ