Juan Urrutia explica la importancia de tener una correcta conciencia situacional a partir del análisis del accidente de un L-1011 de Saudi Arabian Ailines en agosto de 1980
El 19 de Agosto de 1980 un L-1011 de la compañía Aérea Saudí Saudi Arabian Airliners despegaba del aeropuerto de Riyadh (Arabia Saudí) para realizar un vuelo doméstico con destino a Yeddah.
Siete minutos después del despegue, apareció una alarma de humo en el compartimiento de carga trasero. El avión consiguió volver al aeropuerto de Riyadh, pero una vez en tierra, inexplicablemente, la evacuación de emergencia nunca se inició. 301 personas fallecieron y el avión quedó totalmente destruido. Del análisis del informe del accidente se concluye que dos factores importantes jugaron un papel decisivo: uno de carácter humano (del que trata este artículo) y otro de tipo técnico.
El primero de ellos, el fallo en el seguimiento de los procedimientos de emergencia, en la coordinación en cabina y en la toma de decisiones y el segundo, los fallos en el diseño y certificación de los compartimentos de carga de tipo D.
Pasemos a continuación a analizar qué es lo que pasó en este accidente.
Apenas transcurridos siete minutos del despegue, apareció la alarma de humo en el compartimiento de carga trasero. La tripulación invirtió unos cinco minutos en decidir volver al aeropuerto. Durante este precioso tiempo, la tripulación estuvo buscando en el Manual de Operaciones el procedimiento a aplicar, primero lo buscaron en el Capítulo de Procedimientos Anormales y al no encontrarlo pasaron a los del Capítulo de los de Emergencia donde por fin lo encontraron. El Ingeniero de Vuelo se desplazó a la cabina de pasaje para ver cuál era la situación allí. Cuando volvió a la cabina informó al Comandante de la existencia de humo y fuego en la cabina de pasaje. Finalmente se decidió regresar al aeropuerto de partida. Se contactó con el aeropuerto informándoles de la situación de fuego en la cabina de carga y que regresaban, pidiendo expresamente que se alertara a los equipos de emergencia.
Una vez en curso de regreso al aeropuerto, comenzó una carrera agonizante contrarreloj. El comandante incrementó la velocidad y comenzó a descender.
El Ingeniero de Vuelo volvió nuevamente a la cabina de pasaje para comprobar cuál era la situación, informando al comandante que había humo en la parte trasera de la cabina de pasaje. En este momento faltaban 17 minutos para que el avión parase en la pista una vez que aterrizó.
Un Tripulante de Cabina de Pasajeros (TCP) informó al comandante de que la situación entre los pasajeros era de pánico. Durante el vuelo de regreso al aeropuerto se repitieron la aparición de avisos de humo en la bodega de carga, de informes al comandante de la situación de humo por parte de los TCPs y el estado de pánico de los pasajeros así como los avisos por parte de los TCPs a los pasajeros para que permanecieran en sus asientos.
Antes del aterrizaje, los TCPs preguntaron insistentemente al comandante, si una vez en tierra se realizaría inmediatamente una evacuación de emergencia. En ningún momento el comandante dio una respuesta coherente (estaba muy ocupado en volar el avión). Al no haber realizado el reparto de tareas entre la tripulación, éste estaba estresado por la situación y no era capaz de valorar la situación en la que se encontraba ni el avión y ni el pasaje.
Finalmente, antes de aterrizar, el comandante respondió que una vez en tierra NO se iniciase la evacuación de emergencia.
Cuando el avión aterrizó no se realizó una parada de emergencia en la pista de aterrizaje, sino que siguió rodando hasta la calle de rodadura.
Dos minutos y 14 segundos después del aterrizaje, el L-1011 paró en la calle de rodadura. Los pilotos se comunicaron con la Torre para decir que estaban apagando motores e iniciando la evacuación. Después de detenerse, testigos presenciales observaron fuego a través de las ventanillas del lado izquierdo del avión. También indicaron que no se observaba fuego en ese momento fuera del avión. Tampoco se observó ningún movimiento dentro de l