Si se le pregunta a un piloto de Zlin-50 (popularmente conocida como la “Zeta”) que la defina con una palabra, dirá que es que es como una madre.
Una madre deja que su cachorro aprenda con seguridad y que llegue a ser todo lo que se proponga, permitirá que se equivoque, le avisará cuando no lo esté haciendo bien y, finalmente, no permitirá que llegue a una situación de consecuencias graves e irreversibles.
Pero no nos equivoquemos, la dócil Zeta nació en plena Guerra Fría, a finales de los 70, para ganar y mantener el prestigio de la Republica Checa. Los campeonatos del Mundo de Acrobacia presentaban lo mejor (en cuanto a pilotos y máquinas) que los países Occidentales y Comunistas podían enfrentar sin llegar a las armas.
La serie de las viejas Zlin (Acrobat, Trener, Trenermaster) que habian dominado en los años 60 y 70 habían llegado a su límite y era necesario partir de cero en el nuevo diseño. Los ingenieros de Moravan (no tan limitados como los rusos a usar sólo productos nacionales) decidieron juntar lo mejor de cada país para crear una máquina única. El motor americano (Lycoming AEIO-540 de 260 hp y posteriormente 300 hp), una revolucionaria hélice Hoffman alemana de composites (madera y fibra de vidrio) y la experiencia y el buen hacer de los checos construyendo el fuselaje más bonito que se ha construído en aluminio.
Los checos no ahorraron en materiales ni gastos. El tren es macizo de titanio y las preciosas curvas de la Zeta, son un sinfín de planchas de aluminio que han sido remachadas de forma artesanal con unos costos no asumibles en la actualidad. Finalmente la cola está cubierta de tela para ahorrar peso.
El avión es de los pocos que existen en el mundo de la acrobacia que nunca ha sufrido un fallo catastrófico. Sus límites de 9 G positivos y 6 G negativos eran lo que en la época se consideraban los límites del ser humano y los 327 km/h de velocidad máxima más que suficientes. La experiencia ha demostrado que han sido abusadas muy por encima de esos límites siempre devolviendo a sus pilotos sanos y salvos para sufrir el mismo castigo al día siguiente.
Todo en ella radiaba competición y ahorro de peso. La capacidad de combustible era de solo 66 litros, suficiente para vuelos de 30 minutos a tope en competición. Para viajes había que montar depósitos auxiliares de punta de plano que para evitar que sus pilotos escaparan se guardan a buen recaudo por un comisario político.
Desde su entrada en servicio en los Mundiales del 76 se convirtió en una máquina ganadora y la envidia de los equipos que no la poseían. Dos años después la Zeta ya era campeona del Mundo. Para mantenerse en la cima, en el año 82, la version L y LA de 260 hp sufrió un incremento de 40 hp en la versión LS. Este incremento vino con un aumento de 30 kg pasando de 570 kg. a los 600 kg. La versión LS gano 4 Campeonatos de Europa y dos Mundiales más. Para dar muestra de lo impresionante de estas cifras, más de 30 años después, en los mundiales de Granada 2007 el primer avión
clasificado con motor Lycoming (segundo en la general), el Cap 232 pesa 590 kg con 300 hp. La Cap no sólo es más pequeña, está construída en gran parte en fibra de carbono.
Además de extremadamente ligera, la Zeta tenía una enorme ala y una superficie de mando totalmente sobredimensionada (incluso mayor que los grandes Sukhoi actuales) dejando clara dónde la Zeta sería imbatible: la gama media y baja de velocidades. Incluso en la actualidad no existe avión tan controlable y divertido por debajo de la velocidad de perdida. El ala está montada 2,5 grados de incidencia con el fuselage. Esto, que facilita la visibilidad y el manejo en la toma y el despegue fue su perdición. Al realizar toneles a la vertical y describir una trayectoria rectilínea, el fuselaje da la impresión de “colear”. Algo a lo que los jueces se acostumbraron pero siempre se perdieron puntos por esa razón.