CÓMO ESTÁ EL ESPACIO AÉREO?

Lo mejor y lo peor de la aviación civil

En subida

VUELING

Por invertir en crecer

Los excelentes resultados de la aerolínea de Piqué –la única de entre las españolas que ha arrojado beneficios en 2011- se suman a la noticia de la fuerte inversión que la aerolínea tiene previsto realizar. En un momento en que las alegrías en el panorama aeronáutico son más bien parcas, resulta de agradecer noticias así.

Vueling invertirá 325 millones en el Aeropuerto de Barcelona con la incorporación de cinco nuevos aviones a la flota, con lo que sumará 28 aeronaves con base en El Prat, ofertando 23 rutas más que la pasada temporada de verano, y además abrirá base en Baleares. Un importante tirón al sector que –y esto es, si cabe, más importante- abrirá además las puertas a la contratación de 165 personas, de las que 150 serán para cubrir las necesidades de tripulación. No es mucho en términos absolutos, pero si esas contrataciones se realizan además dentro de parámetros razonables, la dicha puede ser completa.

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AEROPUERTO DE CASTELLÓN

Por ser un encadenado de despropósitos

El aeropuerto de Castellón aúna y sintetiza lamentablemente todo lo que una infraestructura pública no debiera ser, y buena parte de las razones que han convertido a varios de los aeropuertos recientemente concebidos en nuestro país en auténticas sepulturas aeronáuticas.

Un campo de vuelos sin modelo de negocio, sin aviones y sin visos de tenerlos a medio o corto plazo, y sin permisos para operar, pero que ha costado 150 millones de euros al erario público, casi 80 mil al año en el sueldo de un director y un total de 300 mil al mes, incluidos los sueldos de el ejército de halcones con sus correspondientes cetreros necesarios para combatir los miles de conejos que pululan por rampas y rodaduras, es difícilmente justificable ante la población civil, que es a la postre quien paga de su bolsillo tanto desmán.

Todo ello al servicio único –mientras no se demuestre lo contrario- de alimentar el ego de su promotor y “padre”, Carlos Fabra, que en el colmo del paroxismo narciso-megalómano se ha hecho erigir una monumental estatua en su honor a la entrada. Total; son otros 300 mil de nada. Si Berlanga levantara la cabeza, seguro que aprovecharía el escenario para rodar una nueva versión de “Bienvenido Mr. Marshall”… o tal vez de “La escopeta nacional”.