CÓMO ESTÁ EL ESPACIO AÉREO?
Lo mejor y lo peor de la aviación civil
A330
Por llegar al fin a Iberia
“Nunca es tarde si la dicha es buena” dice el refrán. Habrá que darlo por bueno, a juzgar por lo que ha tardado en iniciarse el tan necesario relevo de los A340 de Iberia, que esta semana emprende su recta final con la llegada de la primera unidad de A330-300 prevista para el próximo viernes 15. No es que lleguen estos nuevos aviones en el mejor momento, los vientos soplan cruzados en la calle Velázquez, o tal vez sí. Iberia necesita como agua de mayo una renovación de flota que la permita pretender las cotas de eficiencia que en otras tribunas quieren cargar exclusivamente al capítulo de personal. Resulta harto evidente que utilizar una flota un 30% más glotona, con los precios actuales del carburante, no contribuye en modo alguno a que las cuentas cuadren de modo “armonioso”. En un momento en que negros nubarrones procedentes del noroeste de Europa se ciernen sobre Iberia, la llegada de un nuevo avión a la flota debe contribuir a incrementar y reforzar el espíritu colectivo de la compañía. El acontecimiento traerá inevitablemente a la mente de muchos el recuerdo de una época en que Iberia estrenaba nuevos modelos de avión como el B747 -recuerdan: “bienvenidos a nuestro castillo”- en un tiempo en el que “sólo el avión recibe más atenciones que Vd.” y eso es bueno.
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ALITALIA
Por dar gato por liebre
Cierto es que el Metar del pasado dia 2 en Fiumicino (Roma) no era para tirar cohetes precisamente, pero justo por ese motivo la decisión del comandante de Carpatair seguramente debió ser muy distinta de la de completar un aterrizaje que, por fortuna, se saldó “sólo” con dos heridos graves. Carpatair, la compañía protagonista del siniestro, operaba un vuelo de Alitalia. Este accidente protagonizado por uno de los operadores que mayor número de incidentes acumula en los últimos tiempos -repetidamente denunciados ante la ENAC italiana sin éxito- pone en evidencia con meridiana claridad la práctica cada vez más extendida por parte de algunas compañías de ceder rutas a terceros, en ocasiones ocultándolo bajo el conveniente paraguas del “código compartido”, con el objetivo de abaratar costes… o tal vez incrementar beneficios. El pasajero que adquiere un billete en una determinada compañía, a un precio asimismo determinado, espera obtener un determinado nivel de servicio -y de seguridad- y no puede ni debe conformarse con menos. Otra cosa no es más que el tan manido timo de dar gato por liebre.
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