CÓMO ESTÁ EL ESPACIO AÉREO?

Lo mejor y lo peor de la aviación civil

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TRABAJADORES DE IBERIA

Por su empeño en salvar la compañía

Los trabajadores de Iberia están demostrando una entereza y unidad de acción realmente encomiable, en estos días en los que es mucho lo que anda en juego. Iberia será española o no será, y ellos lo saben. Meses de lucha en diversos grados de intensidad hacen que ceder al desánimo resulte una opción más que evidente, pero parece que la palabra desaliento no figura en el diccionario para ellos.

Los más negros presagios con respecto a una dirección maniatada a los designios de Londres desgraciadamente se están cumpliendo, todo ello ante la mirada incrédula del Ejecutivo que pide diálogo a una dirección que carece de interlocutores dispuestos -o capaces- a ello.

Resulta difícil comprender las razones que pueden llevar a un país, que en estos momentos puede aspirar a restaurar su maltrecho PIB casi exclusivamente mediante la industria del turismo, a permitir el desmantelamiento Iberia y ceder las llaves del mayor “hub” del sur de Europa sin presentar batalla. Por toda respuesta, Gobierno se escuda tras el argumento de que Iberia es una empresa privada como razón para no inmiscuirse. No obstante, cuando los máximos responsables del gobierno de la nación hacen tales afirmaciones obvian un detalle importante: Que las entidades bancarias y financieras que han saneado sus cuentas mediante el auxilio del FROB también lo son, y que el uso de una doble vara de medir en las circunstancias actuales es algo que ningun estratega recomendaría.

 

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ORBEST

Por reducir aún más el sector

Otra compañía aérea que cierra. Casi nos estamos acostumbrando a ello, y eso es malo. Acostumbrase a la fatalidad como algo predeterminado contra lo que toda oposición resulta estéril es el primer paso hacia la pérdida de la libertad colectiva. Ahora le ha tocado a Orbest, y con ella casi podríamos decir que el charter en España, entendido como modalidad exclusiva de negocio, toca a su fin.

El cierre de l conglomerado de empresa de Orizonia, del cual Orbest formaba parte, deja a miles de trabajadores en la calle, sin trabajo y sin indemnización, pero más allá de la inmediata problemática social surgen preguntas que no debieran quedar sin respuesta. La rapidez con que se han sucedido los acontecimientos no debe enmascarar la posible responsabilidad que la intervención de Globalia y de su presidente Juan José Hidalgo tiene en todo este asunto. Resulta difícil achacar la decisión de aplazar la compra de Orizonia y dejar de inyectar fondos justo en su momento financiero más delicado a una simple coincidencia. Cuestiones pendientes como el destino que espera a las rutas de Air Europa que fueron traspasadas a Orbest hace apenas un año -¿Serán recuperadas por Air Europa?- o el asunto de los pilotos que fueron despedidos aguardan respuesta, y no pueden ni deben cerrarse en falso en modo alguno.

Los claroscuros que envuelven el hundimiento de Orizonia, y de Orbest con ella, son todavía demasiado turbios  ¿Quién o que resultará beneficiario último de la quiebra de la que en su día fue conocida como Iberworld?