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NEPAL
Por su elevada siniestralidad
Nepal es un país cuya orografía no está pensada para las grandes instalaciones aeronáuticas. Esa es una evidencia incontestable. Volar entre las altas cumbres de los Himalayas requiere notables dosis de destreza, valentía, y posiblemente una pizca de locura.
Aeropuertos como el de Lukla, con una única cabecera de aterrizaje contrapuesta a una espeluznante pared de roca maciza, sin posibilidad de efectuar un motor y al aire desde bastante antes de alcanzar el umbral de pista, es un ejemplo claro de lo que significa volar en Nepal.
Por eso mismo la modernización de los aeropuertos, la inclusión de los últimos avances en aviónica al servicio de una aproximación segura y la renovación de flotas se convierte en una necesidad perentoria, acaso más que en otros lugares de eso que llamamos “tercer Mundo”. Dos accidentes con víctimas mortales en apenas tres días es una cuota excesiva, incluso para aquellos que vuelan en el techo del mundo.
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