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IBERIA
Por celebrar noventa veranos
Segunda semana de Iberia en el segmento positivo del vario. Esta no es una situación que se dé con frecuencia pero, claro, tampoco es habitual cumplir noventa años.
Desde luego, ha llovido desde aquel día de diciembre del 27 en que un vacilante trimotor Rohrbach Ro VIII Roland despegara de Barcelona rumbo a Madrid. Poco después, tuvo lugar el primer vuelo oficial en sentido contrario. De Madrid a Barcelona ¿Premonición del Puente Aéreo que se establecería cuatro décadas más tarde tal vez? Con SM. El rey Alfonso XIII a bordo.
Asientos de mimbre -el peso siempre ha sido la espada de Damocles de la aviación-, publicidad de bicarbonato en los espaldares, amplias ventanas y sensación de aventura, mucha aventura, para los intrépidos que armados de valor y en número no superior a diez -las plazas que ofrecía el aparato- pagaban las 163 pesetas (algo menos de un euro) que valía el billete por trayecto.
Iberia ya no es lo que era, la aviación tampoco. La evolución meteórica del invento más “influencer” -por usar un término muy actual- del siglo XX, ha propiciado una auténtica revolución socioeconómica de proporciones impensables hace tan solo unos años (y lo que nos queda por ver) al que Iberia no ha sido ajena.
Parece que fue ayer que celebrábamos el primer centenario del invento de los hermanos Wright al que tanto debemos tantísimos. En nada, la aviación comercial se convertirá también en centenaria, y con ella Iberia alcanzará la mágica cifra del par de ceros. Estamos deseando verlo. ¡Por otros 90 años o más!
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