Las mujeres piloto siguen siendo estigmatizadas por su condición de mujer. Donde quiera que vaya la tripulación, con frecuencia se les confunde con azafatas. Aunque lleven puesto el uniforme de piloto.
El camino hasta la cabina de piloto nunca ha sido fácil para las mujeres. El cockpit ha sido históricamente un entorno de trabajo masculino. Una vez la piloto consigue llegar a la cabina de vuelo, todo, desde el entrenamiento -centrado en el hombre- hasta las reglas laborales relacionadas con la maternidad pueden afectar la progresión de las mujeres.
Los datos son optimistas. El porcentaje de mujeres piloto ha subido hasta el 5,3% del total de pilotos. Cuando en 2016, el porcentaje estaba en un 3%. La región que más avanza en este sentido es Europa, aunque hay países económicamente pujantes con grandes avances, como la India.
Aerolíneas europeas han promocionado especialmente la contratación de mujeres piloto. EasyJet cuenta con un 20% de mujeres en las cabinas de vuelo. Lufthansa ha promocionado la formación de mujeres. Incluso una aerolínea low-cost como WizzAir, ha anunciado un ambicioso programa para convertir azafatas en pilotos.
EFECTOS DE LA CRISIS EN LA AVIACIÓN
Desgraciadamente el coronavirus está haciendo estragos en los cockpits de todas las aerolíneas. La quiebra de compañías y los recortes pueden provocar que los pilotos más jóvenes pierdan su empleo. Justamente entre los pilotos más jóvenes se encuentra el mayor porcentaje de mujeres, por lo que la proporción podría caer a niveles de 2016.
Los equipos directivos y de gestión de las aerolíneas no entran a valorar las consecuencias de los recortes en el equilibrio de géneros. La norma de “el último en entrar es el primero en salir”, en referencia a los convenios de pilotos y los recortes de personal, tiene consecuencias en el porcentaje de mujeres piloto. “Hay una abrumadora mayoría de pilotos entre 50 y 60 años que son hombres”, dice Jenny Body, piloto y exdirectora de la Royal Aeronautical Society.
LOS PROBLEMAS DE SER MUJER Y PILOTO
Para las mujeres, una de las barreras de entrada en la profesión de piloto es el horario de trabajo, según un estudio de 2016. Es normal que un piloto pase hasta 15 noches fuera de casa cada mes. Esto provoca un serio problema entre tripulantes aéreos mujeres, que a menudo asumen tareas domésticas. Esta circunstancia se produce con frecuencia entre TCPs, pero incluso también se da en mujeres piloto.
Las aerolíneas son sensibles a este problema y ofrecen la posibilidad de beneficiarse de una cierta flexibilidad horaria. Pero eso con frecuencia tiene consecuencias en la progresión profesional.
Las mujeres piloto dejan de volar durante el embarazo. Esto provoca una penalización económica. El sueldo se ve reducido por complementos no cobrados, como las horas de vuelo y las dietas. En el peor de los casos, la compañía aérea no paga compensación económica y la mujer piloto sólo recibe la paga legal, lo que supone una reducción de salario de hasta el 90%.Algunas mujeres deciden retrasar su maternidad para hacer frente al pago de la deuda de su propia formación. Ya que ésta puede haber provocado una hipoteca de hasta más de 100.000 euros con una entidad financiera.
Mientras tanto, en la negociación de convenios los representantes sindicales, en su mayoría hombres, priorizan beneficios para la mayoría del colectivo, donde el 95% son hombres.
UN FUTURO DE IGUALDAD
Las mujeres piloto esperan que la pandemia sensibilice a los hombres piloto. El coronavirus ha dejado a todos en tierra por un largo período de tiempo, igual que durante la gestación y la maternidad. Esperan que se mejoren la capacitación, el entrenamiento y las ayudas a los pilotos que deben volver al trabajo tras un largo parón.
Reiter es piloto de EasyJet. Ha volado en Europa durante 16 años y ahora está sin volar desde marzo. Como copiloto, tiene muy difícil encontrar empleo en otra aerolínea, a los 42 años. Tiene dos hijas, vive en Berlín y está estudiando un MBA online. Además de ser piloto, tiene un grado en ingeniería espacial.
Si no puede volver a la cabina de vuelo buscaría un trabajo en una oficina relacionado con la aviación, dice. Su hija de 8 años juega a futbol y quiere ser astronauta. “Me gustaría que las chicas pensaran que pueden hacer lo que quieran”, dice Reiter. “Yo no sabía qué era de chichos y qué de chicas. Sabía que habían menos mujeres volando, pero me centré en lo que quería ser y fui a por ello”.