La Columna de JMA: El Sukhoi 29

Jorge Macías describe su experiencia con el avión acrobático biplaza Sukhoi 29 Definir el Sukhoi 29 con pocas palabras es fácil, es el mejor avión acrobático biplaza que jamás haya surcado los cielos.

Dicho esto, tengo que decir que mi opinión sobre este avión es tremendamente subjetiva y no buena, precisamente. Lo mismo que en un baile te puede tocar bailar con la más fea, a veces no compites con el avión que más te gusta o más se adapta a ti y a tu estilo. Si no, que se lo pregunten a Fernando Alonso.

Primero vamos con un poco de historia. Corrían los últimos años de los 80 y el panorama mundial estaba dominado por las Zlin checas, Yak rusos, Cap franceses, Extras alemanes y los Lazer y sucedáneos americanos. Aviones todos ellos metálicos, de madera o combinaciones de ambos. Rusia como potencia mundial pretendía revolucionar el mundo de la acrobacia y ¡lo consiguió!

Encargó a Sukhoi, el fabricante junto a MIG de sus flamantes cazas de primera línea, que diseñase un avión acrobático sin igual para el mundo y para ello se le dotó de presupuesto ilimitado.

Se usaron nuevos materiales que empezaban a sonar en el mundo aeronáutico, como son la fibra de carbono, el titanio y el kevlar. Para el motor se usaría la última evolución del M-14 que pasaba a rendir 360 hp frente a 260 hp de las versiones que usaban los YAK 50. Más adelante se ha llegado a los 450 hp, pero problemas de fiabilidad han hecho que casi todos en la actualidad vuelen con versiones de 400 hp.

El avión resultante, el Sukhoi 26 fue inicialmente un fracaso. Con un perfil que producía un terrible bataneo por encima de 6 G y un peso demasiado elevado.

El nuevo, aligerado y rediseñado Su-26 M (M por modificado) fue un éxito y con pequeñas variaciones ha llegado hasta nuestros días (van por la versión M 3).

Del Su-26 derivó un nuevo avión, el Su-31, con tremendas modificaciones para mejorar las cualidades del ala cuando este entra en pérdidas. De esta forma, los toneles rápidos y barrenas eran más fáciles de realizar. También se adaptó, haciéndolo un poco más inestable, al vuelo de exhibición.

Si bien el Su-26 tenía el fuselaje de tubos de acero, el Su-31 mantenía esta estructura hasta el puesto del piloto para ser de fibra de carbono desde el piloto hasta la cola.

Finalmente se vio que era necesaria una versión biplaza para dar instrucción. La acrobacia había pasado a ser algo a ser algo brutal y era necesario un avión biplaza para formar nuevos pilotos con seguridad.

El Sukhoi 29 deriva directamente del Su-31 con unos planos alargados en cada punta del ala y un fuselaje también alargado para dar cabida al puesto delantero de pilotaje.

El avión resultante es el más grande que haya competido jamás. Su peso de 735 kg y con 400 hp le dan una relación peso/potencia inferior a sus hermanos monoplazas pero a la par con muchos aviones propulsados con motores Lycoming.

Más importante, ha puntuado en campeonatos del mundo y europeos entre los diez primeros puestos. Si no ha conseguido mejores puestos, ha sido porque su principal usuario, el Equipo Ruso, tenía disponibles los más capaces Su-26 y Su-31.

En total se construyeron 53 ejemplares.

En el año 2004 el Real Aeroclub de España viendo la utilidad de la acrobacia de cara a mejorar la seguridad de los pilotos decidió reactivar su escuela acrobática con la incorporación de un biplaza acrobático.

Estando Ramón Alonso (recordemos, el primer usuario de Su-26 no ruso) al frente, se eligió el Su-29 de entre todos los biplaza. Vendría con la misma configuración que en competición para el Campeonato del Mundo.

No sólo se usaría para instrucción básica, del curso de maniobras de seguridad, sino también para enfrentamiento desde Básico hasta Ilimitado, así como para competiciones y<