La ventaja de la formación modular es que cada cual puede ir avanzando poco a poco, desde el privado hasta el transportes, en una especie de self-service adaptado a tus propias necesidades.
En el panorama actual de la formación de pilotos comerciales priman, sin lugar a dudas, los cursos integrados JAR-ATPL, que en un plazo no superior a dos años llevan al alumno desde cero hasta el teórico de transportes. Sin embargo hay un gran número de aspirantes que, ya sea por motivos personales, profesionales o geográficos no pueden atender uno de estos cursos. Es la llamada formación modular la que concentra a estos futuros aviadores.
La ventaja que ofrece este tipo de enseñanza es que el alumno puede modular su formación, es decir, ir avanzando poco a poco, desde el privado hasta el transportes, pasando por el comercial, en una especie de self-service aeronáutico, contratando horas, volando y examinándose en función de sus circunstancias. Dentro de este tipo de enseñanza existe un tipo de alumno, cada vez más escaso, que decide empezar su formación en el Aero Club local de su aeropuerto. Yo lo hice en el de San Sebastián-Fuenterrabía, y puedo decir que la experiencia fue maravillosa e irrepetible. Quien haya tenido la oportunidad de efectuar una aproximación a la pista 22 en un día soleado de verano me comprenderá. Desde luego nada que ver con el saturado punto Sierra en las cercanías de Cuatro Vientos.
Un día típico de vuelos comienza a primera hora de la mañana. Lo primero: haber desayunado bien para poder abrir, uno solito, la enorme puerta del hangar a la espera de la llegada del instructor. ¡Nunca me imaginé que pesaran tanto las dichosas puertas! Una vez dentro continuamos con la segunda sesión de pesas matutina: hay que arrastrar la Cessna 150 a la plataforma y realizar la exterior. Si hay que llamar al del combustible sin problema. En dos minutos lo tenemos alimentando al monomotor. La hora de vuelo se aprovecha al máximo.
No hay demoras. De 60 minutos, con seguridad, 50 en el aire. Y es que alguna ventaja tenía que tener volar en aeropuertos infrautilizados. Es conveniente planificarse los períodos de vuelo para que no coincidan con los 2 ó 3 vuelos comerciales que utilizan el aeródromo. Ellos tienen preferencia y pueden demorar nuestra salida.
Por lo demás, una gozada. Despegue de la 04 hacia el faro de Jaizkibel, bordeando la costa hacia San Sebastián. En nuestro recorrido sobrevolamos Pasajes, el monte Urgull, la Isla de Santa Clara, Zarautz, Lasarte… y todo un espacio para nosotros, reservado para que podamos realizar todo tipo de maniobras sin agobios ni prisas. Todas las ayudas y tipos de aproximaciones VOR/DME, NDB, etc. disponibles y pudiendo ser utilizadas sin ningún tipo de cortapisa.
Lástima que para poder pasar a las siguientes fases de vuelo el alumno se tenga que trasladar a aeropuertos y zonas mucho más masificadas como Madrid o Barcelona. Ese parte romántica de la aviación que se puede vivir en un Aero Club se pierde totalmente en Cuatro Vientos o Sabadell. Se debería potenciar desde los organismos oficiales la descentralización de la aviación general y desarrollar los mecanismos para que la aviación general y en concreto la formación de futuros pilotos comerciales se pudiera desarrollar totalmente en Aero Clubes locales donde el aprovechamiento de la valiosísima hora de vuelo por el alumno sería mucho mayor.
Mucha gente puede pensar que en la era de los CATA, CALA, MCC, Type Ratings, etc volver a volar en Aero Clubes puede suponer un paso atrás. Nada más lejos de la realidad. Para muestra los muchos Comandantes que hoy ejercen en líneas aéreas y que un día empezaron volando en estos Clubes Aéreos que tan buenos pilotos formaron durante tantos años. La formación, al ser menos masificada y más individualizada ganaría en calidad.
¿Misión Imposible? Puede ser… pero se podría intentar, ¿no?