CÓMO ESTÁ EL ESPACIO AÉREO?

Lo mejor y lo peor de la aviación civil

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ACUERDOS FTO – VUELING

Por establecer puentes de futuro

Esta semana se ha firmado un acuerdo de colaboración entre Vueling y varias FTO con el objetivo de proporcionar vías de salida laboral a los alumnos recién titulados, a la vez que ofrecer a la compañía la posibilidad de ocupar los perfiles más ajustados a sus necesidades.

La noticia, que en cualquier otro campo laboral resulta -incluso para los tiempos que corren- algo normal, en la aviación sigue conservando salvo casos contados una cierta e inexplicable pátina de extraordinario. Los centros de formación de todo tipo y su mercado receptor desde siempre han establecido puentes que permiten canalizar la excelencia obtenida en las aulas hacia los puestos para los que ha sido concebida. No debiera pues ser “rara avis” que en la aviación suceda lo propio, sino todo lo contrario.

La experiencia que demanda el mercado laboral y la bisoñez del recién titulado son una pescadilla que se muerde la cola a la hora de acceder al primer empleo. Un bucle que en situaciones de crisis se convierte en un severo obstáculo que es preciso romper para poder progresar hacia situaciones de mayor estabilidad y reconocimiento profesional, dentro o fuera del país. Pero para que ese necesario punto de inflexión se produzca y sea beneficioso para ambas partes implicadas, contratado y contratante, debe ser compartido en los beneficios y también en los riesgos. Sólo así este tipo de convenios pueden convertirse de verdad en motores de futuro, impulsores de la excelencia, y armonizadores entre la demanda real del mercado y la oferta docente.

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GAVIN HALLIDAY

Por demoler Iberia desde dentro

Por su nombre tal vez resulte desconocido para la inmensa mayoría. Gavin James Halliday es, desde el pasado mes de agosto, la máxima personificación del desembarco inglés en las playas de Iberia.

Este economista formado por los reputados claustros de la Anglia Ruskin University y de la Lancaster University (por la cual es MBA) llegó desde British Airways con el encargo directo de “mejorar los ingresos” comerciales de la descarriada Iberia, hasta entonces competencia directa de Manuel Gómez Aguilar. Un hombre de la casa, tal vez demasiado “de la casa” para los gustos reinantes a orillas del Támesis.

Iberia anda enferma, eso no es secreto para nadie –otra cosa es la identificación de los virus que la afectan- y para “recetar” medicina a su cada vez más insignificante adminículo ibérico, mandó Mr. Walsh a su mejor galeno. Los efectos no se han hecho esperar. Al igual que las sangrías en la Edad Media se utilizaban para “salvar” anemias, las reducciones y cancelaciones de rutas recetadas por el doctor Halliday con el pretexto de sanar al enfermo no hacen más que debilitarle día a día.

Iberia se está convirtiendo en espectador impotente de la parálisis de su flota; aviones que se dedican a hacer sombra al asfalto en vez de surcar el cielo como unidades de negocio. Curioso modo de sanar aquel que considera que el enfermo deja de estarlo cuando fallece. Con “amigos” así, ¡quien necesita enemigos!