CÓMO ESTÁ EL ESPACIO AÉREO?

Lo mejor y lo peor de la aviación civil

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VUELING

Por resistir el asedio

IAG ha puesto sitio a Vueling, y no es de extrañar. Las cifras y su ubicación en el segundo mayor aeropuerto de España, la señalan como un objetivo extremadamente deseable para los planes del fruto de la cada vez más inglesa y menos española fusión.

Una vez conseguido el objetivo de poner pie a través de Iberia en Barajas, el control de Vueling posiblemente no sólo haría del todo innecesaria adminículos como Iberia Express, sino que permitiría poner pie en la T1 del aeropuerto de El Prat. Un aeropuerto con las mayores expectativas de crecimiento como hub intercontinental a orillas del Mediterráneo.

Dicen que todo el mundo tiene un precio e IAG está apostando a encontrar el de los inversores de Vueling, algo que necesita hallar con cierta urgencia porque a la niña últimamente le están saliendo novios. A la irrisoria primera oferta, que habría puesto la compañía a Willy Walsh en bandeja a precio de saldo, le ha seguido una mejora substancial –insuficiente todavía, pero substancial- con la misión de horadar las primeras grietas en el por el momento sólido bloque de propietarios, y de paso distanciarse de otros posibles aspirantes.

Los inversores de la compañía que preside Josep Piqué por el momento resisten los cantos de sirena que llegan desde Londres, y hacen bien. La pérdida estratégica que resultaría de la venta de Vueling va mucho más allá que la simple transacción comercial. Representaría ceder el control sobre un una parte muy representativa de un sector tan fundamental para España como es el turismo por vía aérea, y eso ni se puede ni se debe cuantificar en euros por acción.

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BRITISH AIRWAYS

Por crecer a costa de los demás

De todos es sabido que las islas británicas son fecundas en personajes de leyenda dotados de poderes más o menos prodigiosos, y lo de British bien podría calificarse de sortilegio de druidas, o tal vez de intercesión de algún gnomo irlandés. Lo cierto es que cual cuento de Cenicienta en menos de un lustro la inglesa ha pasado por arte de birlibirloque de vestir los harapos de los números rojos, a pasear en dorado carruaje significado por los incesantes anuncios de compra de aviones y de apertura de rutas.

Resulta evidente que el dinero no brota de las ramas de los árboles –ni está oculto en una olla al final del arco iris-, de modo que habrá que pensar que en todo este sarao algo habrá tenido que ver el provechoso “matrimonio” con la española Iberia, que a la sazón hasta el día de la boda disfrutaba de una saneada economía y ahora se ve de relegada al papel de fregona.

Dice un dicho catalán que “ostes vingueren que de casa em tragueren” (huéspedes vinieron y de casa me sacaron) o lo que es lo mismo, da la sensación de que BA practica la técnica del cuclillo –de todos conocido por su habilidad para quedarse solo en el nido- con notable destreza. Mientras Iberia recibe tarde, mal i poco, algunos nuevos aviones, pierde o abandona rutas por doquier –incluso en beneficio de su socia británica-, aquella no para de expandirse. La historia, a estas alturas no escapa a nadie, tiene más que ver con el cuento de la Cenicienta que con ocultas ollas repletas de onzas de oro.