¿CÓMO ESTÁ EL ESPACIO AÉREO?
Lo mejor y lo peor de la aviación civil
AEROPUERTOS DE BARCELONA Y PALMAPor tirar del carro de los beneficios
Esta semana ocupan “ex-aequo” el vario positivo los aeropuertos de Barcelona-El Prat, y de Palma de Mallorca por sus excelentes cifras. Entre ambos generaron en 2014 nada menos que el 76,43% de los beneficios anuales antes de impuestos de Aena S.A., según se desprende de las cifras facilitadas por el propio ente semiprivado. No obstante, y a pesar de la mejora de los beneficios que representa para el gestor aeroportuario -que tan provechoso efecto ha tenido en su salida a Bolsa-, no es AENA la que ocupa nuestro variómetro en ascenso, sino los dos aeropuertos que capitalizan de manera abrumadora las cifras. A sus políticas de apertura de nuevas rutas y captación de nuevos operadores, más que a la gestión directa del antaño organismo público, obedecen tan excelentes resultados. Una estrategia a seguir que, junto a la tarea de acometer de una vez la creación de un auténtico tejido de aeropuertos y aerolíneas de carácter netamente regional –como sucede en tantos países de Europa- y un nuevo modelo de organización aeroportuaria, debiera ocupar a aquellos en los que recae la responsabilidad de que el conjunto de sus instalaciones sigan los pasos de El Prat y Son Sant Joan. |
LUFTHANSAPor no detectar a tiempo el “caso Lubitz” A la luz de los acontecimientos, y con buena parte de la información guardada en el interior de las dos cajas negras todavía por procesar, todo apunta a que Andreas Lubitz estrelló deliberadamente el vuelo GW9525. No solo la fiscalía de Marsella, también la BEA se han pronunciado en este sentido. Cierto es que el caso de Andreas Lubitz resulta excepcional, por cuanto la posibilidad de que alguien con su perfil consiga ingresar en una escuela de vuelo tan prestigiosa como la de Lufthansa, y no solo eso, sino también alcanzar el asiento de la derecha en un avión comercial, resulta harto improbable aunque, como hemos visto, no imposible. Albert Einstein decía que todas las causalidades son posibles, solo es necesario aguardar en tiempo que haga falta hasta que éstas se produzcan. Seguramente estamos ante una “casualidad de Einstein”; la que lleva directamente desde el ingreso de Lubitz en la academia de pilotos al fatídico momento del impacto del A320 contra las montañas. Toda una cadena, dilatada en el tiempo y con sus correspondientes responsables en cada uno de sus eslabones, que ahora deberá ser revisada para evitar la posibilidad, por muy remota que parezca, de que un “caso Lubitz” pueda repetirse algún día.
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