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UNIÓN EUROPEA

Por emprender por fin la regulación de las subvenciones

Hay que felicitar a la Comisión Europea, y a su Comisario de la Competencia Joaquín Almunia, por tomar por fin la valiente decisión de intentar poner orden al caos de las subvenciones a aerolíneas y a aeropuertos. La situación en algunos casos llega a rozar lo auténticamente esperpéntico, casi en la misma medida con que mengua los recursos públicos y castiga irónicamente al mismo sector que pretende favorecer. Y es que la subvención indiscriminada siempre acaba por ser una peligrosa espada de doble filo.

El voraginoso río revuelto en que se ha convertido el tema de las ayudas en el Viejo Continente ha propiciado hasta ahora la proliferación de avezados “pescadores”, que han hecho de la explotación de este recurso –¿¿inagotable??- su modo de vida y crecimiento. Según la prensa francesa, el valor de las subvenciones que recibe Ryanair –la más aventajada discípula en esto de echar la caña- oscila alrededor de los 660 millones de euros en todo el territorio de la UE, de los cuales aproximadamente 80 provienen de la “generosidad” española. Una cifra nada desdeñable que asegura un substanciosa cuenta de resultados mucho antes de que ningún pasajero se ajuste el cinturón.

“Gato bien alimentado, no caza” reza el dicho popular, y bien podría aplicarse a aerolíneas y campos de vuelo que anteponen la obtención de recursos fáciles a la necesidad de ser competitivos por si solos. Ahora parece que esto va a cambiar. Esperemos que la decisión de la UE no se quede sólo en un bienintencionado propósito de año nuevo.

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RYANAIR

Por ver sólo la paja en ojo ajeno

Indignarse está de moda. Hoy en día se indignan tanto los sufridos ciudadanos como los chorizos con corbata cuando son descubiertos “infraganti”. Todo se arregla con una pose de indignación profunda, hasta tal punto que en algunos casos el estado de ánimo que los implicados de turno se esfuerzan por mostrar acaba adoptando tintes grotescos para quien lo observa.

Los últimos en entrar en esta moda de mostrarse indignado por algo o contra alguien han sido Stephen McNamara y Siobhan O’Neill, director de Comunicación y directora de Atención al Cliente respectivamente de la aerolínea Ryanair.

No es que no tengan derecho a mostrarse indignados como cualquier otro hijo/hija de vecino, no. ¡Faltaría más! Lo que resulta chocante, hasta el punto de agotar la capacidad de sorpresa del más pintado, es que los susodichos se muestran indignados por el hecho de que una compañía rival, Spanair, reciba lo que ellos llaman subvenciones. Eso si, pasando de puntillas sobre el nimio detalle de que cuando la “subvención” es a devolver, sea al plazo que sea, se la llama crédito.

Una crítica sobre los aspectos económicos de la financiación de una aerolínea, aún en el supuesto caso de su acierto, que se descalifica por sí sola viniendo de un operador que bate todos los récords en Europa en la obtención de capitales por la vía -esa si, a fondo perdido- de la subvención. Si además quisieramos entrar en consideraciones de tipo ético dicha afirmación bien podría calificarse, en términos pugilísticos, de “golpe bajo”, y eso sí es indignante.