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FABRICANTES EMERGENTES

Por introducir el factor competencia

No es noticia -hace tiempo que se ve venir- pero lo cierto es que con el primer vuelo del C919 y los avances de China con su modelo, es cuestión de tiempo que veamos surcar los aires a aviones de pasillo único y corto-medio radio que no sean ni Boeing ni Airbus.
Esta “catástrofe” para algunos, no obstante, tiene su componente favorable. Por un lado certifica que el transporte de viajeros por vía aérea está experimentando un impulso que en modo alguno será temporal, y por otro fruto de ese mismo impulso nace una más que saludable competencia que deja en el territorio del pasado el duopolio ejercido hasta ahora por los gigantes Boeing y Airbus.
Indirectamente y como efectos colaterales tenemos el acicate que para la investigación significará, dentro de la carrera por conseguir aviones más eficientes y con un alto standard de calidad -China deberá seguirlo también, si no quiere quedarse apeada de la carrera-, el consiguiente abaratamiento de operación y, por último pero no menos importante, una mayor demanda de personal de todo tipo; TMAs, TCPs y pilotos.

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CONTROL DE PASAPORTES

Por no estar a la altura

La debacle vivida primero en el aeropuerto de El Prat, y más tarde en el Adolfo Suárez a causa de las demoras en el control de pasaportes no son de recibo en un país avanzado, y menos en dos grandes hubs como son los aeropuertos de Barcelona o de Madrid.
Cierto es que los cambios en materia antiterrorista, a que han obligado un puñado de exaltados con sus acciones, comportan una labor mucho más minuciosa a los encargados de verificar la documentación de aquellos que entran o salen del espacio Shengen, pero esa responsabilidad no se ejerce con los recursos humanos bajo mínimos como así ha sido.
Tal vez seis posiciones de control en Barcelona sean insuficientes, pero si están ocupadas por tan sólo dos agentes de policía la cuestión alcanza la categoría de esperpento. Y esa imagen, la del esperpento, es la que se transmite dentro y fuera del país.
Al margen de la infinidad de chascarrillos -a los que tan aficionados somos- que ha generado la situación, es preciso abordar el tema con toda la seriedad, y a Interior compete hallar respuesta. Cualquier otro apaño de poco sirve al operador que retrasa, y acaso pierde el slot de su operación, ni al sufrido viajero que ve como su cuidadosamente estudiado enlace con otro vuelo, o las merecidas vacaciones vuelan -nunca mejor dicho- ante sus ojos.