CÓMO ESTÁ EL ESPACIO AÉREO?

Lo mejor y lo peor de la aviación civil

En subida

AEROPUERTO DE BARCELONA

Por pensar en el usuario 

El aeropuerto de Barcelona-El Prat figura esta semana por méritos propios en el segmento ascendente de nuestro Vario. No sólo mantiene, lejos de la tónica que empieza a ser desagradable costumbre en nuestro país, una trayectoria en general ascendente en lo que se refiere a volúmenes, sino que además ha quedado en un honroso puesto 39 en el ranking de Skytrax.

Su última iniciativa, la de implantar un dispositivo basado en Android y Google Maps para que los pasajeros puedan orientarse mejor en el laberinto de la terminales, aúna innovación y practicidad. Nada peor para un pasajero que saberse con el tiempo justo para facturar o embarcar y tener que emprender una loca carrera hacia “quien-sabe-donde”, a través del intrincado y a menudo desconocido laberinto de un gran aeropuerto.

La ultima incorporación a los servicios de El Prat abunda en la búsqueda de la excelencia, y demuestra que no tan sólo es preciso cuidar los aspectos que inciden en el funcionamiento de la zona aire, sino también aquellos que afectan al usuario que es, no lo olvidemos, su principal razón de ser.

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AIR NOSTRUM

Por racanear con la comida

Air Nostrum parece ignorar los modelos que preconizan las economías más avanzadas, que colocan la adecuada alimentación de los trabajadores en las primeras posiciones como factor determinante en aspectos tan influyentes en la competitividad de las empresas como son el ausentismo laboral, las bajas por enfermedad, o la seguridad en el trabajo. La falta de certeza en saber cuando y como va a comer uno contribuyen de modo notable a incrementar un stress totalmente reñido con el ejercicio seguro de las responsabilidades del gobierno y atención de una aeronave.

La alternativa, comer entre escalas “deprisa y corriendo”; el ‘crew pack’, que más se antoja a un pienso deshidratado para astronautas que a una auténtica comida; o el socorrido “Tupper” traído desde casa no resulta de recibo, sobretodo teniendo en cuenta los inconsistentes argumentos que esgrime la empresa para justificar su decisión. Unos argumentos que tal vez permitan ahorrar unos pocos euros a costa de los garantes de la seguridad y el buen servicio a bordo, pero que no despeja la duda acerca de si el “Tupper” o el “crew pack” han empezado también a imperar en los despachos de sus ejecutivos.