CÓMO ESTÁ EL ESPACIO AÉREO?

Lo mejor y lo peor de la aviación civil

En subida

JUSTO PERAL

Por ejercer la transparencia informativa

Justo Peral ocupa hoy por méritos propios el segmento ascendente de nuestro “Vario” por la excelente y -es de suponer- agotadora cruzada mediática que está llevando a cabo con el objetivo de dar a conocer la postura de los pilotos en el asunto de la creación de Iberia Express y lo que ello conlleva.

Los medios de comunicación constituyen hoy en día una auténtica piedra angular en la sociedad de la información que nos ha tocado vivir. Lo que no se transmite, por evidente que sea, simplemente no existe. Comunicar, y además hacerlo con transparencia, debiera ser la premisa máxima para cualquiera que quiera dar a conocer sus postulados. La exposición exhaustiva de los hechos está contribuyendo sin duda en este caso a la toma de conciencia general de la sociedad sobre lo que realmente va a representar para Iberia el nuevo giro que se pretende dar, a la vez que se erige como poderosa arma contra aquellos que practican la política de los hechos consumados.

La sociedad tiene el derecho a una información libre y objetiva como vía inexcusable de generación de opinión que permita valorar en su justa medida cada situación, y los acontecimientos y consecuencias que genera. En este sentido, el Sepla, en la persona del jefe de su sección sindical en Iberia, demuestra tener las cosas muy claras.

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AENA

Por claudicar en El Altet

Asistimos perplejos al rifirrafe que se ha dado en llamar “guerra de las pasarelas” en el aeropuerto de Alicante, sin poder evitar un sentimiento de cierta confusión sobre quien dicta las normas en ese aeropuerto levantino. Y es que no es de recibo que un ente gestor de ámbito estatal ceda ante las presiones interesadas y sectoriales de un único operador, por importante que sea o crea ser, ya que con ello cuestiona su autoridad ante el resto de usuarios.

En un momento en que la evolución de las terminales de pasajeros y las normativas de seguridad aeroportuaria tienden a que el pasajero pise el lado aire mínimamente o para nada, aparece un operador que considera que en determinado aeropuerto va a seguir embarcando a pie, so pena de abandonarlo, simplemente porque “no le convienen” las pasarelas instaladas en una nueva terminal construida –no lo olvidemos-con el esfuerzo económico del contribuyente. Y lo peor, la exigencia es aceptada, matizada, mitigada, todo en aras de que el operador no cumpla su amenaza que, ya consumada y para más INRI, consiste en marchar a un aeropuerto donde no tendrá más remedio que usar aquello que en el otro rechaza. Eso si, con la esperanza de obtener un pastel económico mucho más tentador.

Estas demostraciones de prepotencia no debieran ser toleradas bajo ningun concepto ni circunstancia, en la medida que contribuyen a agravar la ya de por sí deteriorada imagen del gestor aeroportuario, a la vez que abren un peligroso precedente que tal vez otros operadores o usuarios se sientan legitimados a seguir y, sobretodo, porque con la seguridad en los aeropuertos no se juega.