CÓMO ESTÁ EL ESPACIO AÉREO?
Lo mejor y lo peor de la aviación civil
SOLAR IMPULSE
Por cruzar América de costa a costa
Esta semana, el sueño de Bertrand Piccard y Andre Borschberg se ha hecho un poco más posible; más cercano. La culminación de la travesía de Estados Unidos de costa a costa el pasado domingo así lo certifica. Tras la que el Solar Impulse protagonizó viajando desde Suiza hasta África, esta nueva hazana que ha tenido por escenario Norteamérica guarda un especial simbolismo. Fue en el Nuevo Mundo donde hace algo más de 100 años vio la luz la moderna aviación. En su momento, el invento de los hermanos Wright no pasó de curiosa anécdota. En curioso paralelismo, el avión solar de Piccard y Borschberg apenas resulta acreedor por el momento de la misma consideración. El Flyer pesaba poco menos de 500 Kg. –equivalente a un ULM actual- y nadie hubiera apostado por él, pero lo cierto es que en menos de un siglo se convirtió en el germen y antepasado de colosos como el B747, el Galaxy o el A380. Quien sabe si ese es sólo otro paralelismo con el Solar Impulse…
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ANTONIO VÁZQUEZ
Por servir en bandeja a Iberia y a Vueling
“Nos hemos dejado el alma”, afirma Antonio Vázquez sin rubor alguno al referirse a las negociaciones con los pilotos de Iberia, cuyo único objetivo –como el mismo afirma- es evitar la temida huelga. Temida, en la medida de que no entra en los planes del presidente de Iberia y de IAG. Visto el desarrollo de los hechos, resultan lamentablemente proféticas las advertencias del Sepla en el sentido de que el único interés de la creación de IAG consistía en el fagocitado de Iberia, su desmantelamiento sistemático, y el desembarco de British Airways en las rutas y en la T4 de Barajas. Casi conseguido el objetivo, y por añadidura con el control de Vueling en manos inglesas, cabe pensar si esa “alma”, más que devanarse en la negociación, no tendrá la cabeza puesta más bien en una indemnización dorada al estilo de la que se embolsó por “los servicios prestados” su -hasta hace poco- subordinado Sánchez Lozano. Por un par de millones ¿Quién no se deja el alma? |