CÓMO ESTÁ EL ESPACIO AÉREO?
Lo mejor y lo peor de la aviación civil
CÁSTOR FANTOBA
Por su talla deportiva y humana
Tras su actuación en el campeonato de España de Vuelo Acrobático celebrado en el aeropuerto de Lleida-Alguaire el pasado fin de semana, Cástor Fantoba ha despejado cualquier duda –si es que existía alguna- sobre su impresionante talla deportiva, tanto en la ejecución como en el talante, consiguiendo el oro absoluto. En un tiempo en que la sociedad se deshumaniza en aras de una competitividad exacerbada y seguramente malentendida, Fantoba es, además de un número uno en su especialidad, un auténtico campeón como persona. Este navarro de los pies a la cabeza es capaz de demostrar en cada una de sus actuaciones, tanto en el aire como a ras de suelo, una nobleza de espíritu fuera de lo común en los tiempos que corren. A pesar de que el vuelo acrobático sigue jugando en España el papel de Cenicienta luchando contra poderosos vientos cruzados, con su contribución deportistas de la talla de Cástor Fantoba están llamados a colocar esta disciplina al mismo nivel de reconocimiento que otras especialidades deportivas, cuyos practicantes nadie pone en duda son los mejores embajadores del deporte español en el mundo. ¡Bravo, campeón! |
DEGRADACIÓN EN LA AVIACIÓN
Por instituir la precariedad en aras del balance
Compañías que con la misma facilidad y connivencia administrativa que abren, cierran; tripulaciones mal comidas y mal descansadas, deterioro de la calidad del servicio en aras de una más que engañosa reducción de precio, son sólo algunos de los vértices de la punta del iceberg de un mal que, nos tememos, podemos calificar tranquilamente de mal mayor de la aviación. El sector del transporte aéreo está sufriendo una alarmante progresiva degradación que se extiende con decisión por Europa y que ataca a España con particular virulencia. Lo peor de todo es que en la mayoría de los casos esa degradación se decreta en aras de una supuesta “mejora de la rentabilidad” desde los despachos, sin el más mínimo pestañeo de aquel que ejecuta sin haber puesto el jamás los pies en un cockpit. ¡Que bien se ven los toros desde la barrera! Todo sea por mejorar la cuenta de resultados y contentar unos bien pagados directivos que, oh ironía, tal vez hoy mismo vuelen en un avión cuyos tripulantes no han descansado las horas suficientes, y están apurando un “tupper” casero aprovechando que faltan algunos minutos para iniciar el descenso. Todo ello simplemente porque su operador “no puede permitirse” los pocos euros de un catering que, además de ser seguramente la pieza más económica del vuelo, lo más probable –oh ironía, de nuevo- es que acabe con los desechos no consumidos al final de la jornada. Mal comidos, mal dormidos… Es igual. Si al final tanta precarización conlleva la catástrofe, siempre queda el recurso de achacarla a un error humano… En el avión; no en los despachos, claro. |