CÓMO ESTÁ EL ESPACIO AÉREO?
Lo mejor y lo peor de la aviación civil
SEVILLA
Por su posible designación para la certificación del A350
La capital andaluza sigue creciendo, aeronáuticamente hablando, y el último “estirón” se lo puede dar Airbus, con la designación de Sevilla como una de las bases para las pruebas de certificación del A350. La situación no es nueva. Cuando se firmaron los acuerdos para ensamblar en Sevilla el A400M se pactó que una parte de los ensayos se hicieran en la capital andaluza, pero en Airbus no vieron con buenos ojos la decisión por causas diversas, entre ellas la insuficiente presencia de ATC en el TMA sevillano, y consideraron que era mejor concentrar la labor de certificación en sus instalaciones de Toulouse. Ahora las cosas, al parecer, han cambiado y Toulouse ya no ve tantos problemas y si muchas ventajas con la designación de una segunda sede para la certificación del A350. El hecho de disponer de dos centros para la homologación permite soslayar factores meteorológicos y de otra índole que podrían cuestionar la competitividad de un proyecto que ya lleva retraso, y que no puede permitirse el lujo de retrasarse aún más por falta de agilidad en el proceso de certificación. Al final la velocidad, en aviación, es lo que importa. |
QANTAS
Por el cierre patronal de esta semana
La decisión unilateral de la dirección de Qantas de inmovilizar toda su flota el pasado fin de semana, en respuesta a las protestas de sus trabajadores, impregna el aire de un cierto tufillo a cacicada oceánica. No se puede manejar una compañía aérea cual rebaño de ovejas –por ovejas, entiéndase personal y usuarios- desparramadas por los yermos que rodean Ayers Rock, sin caer en una enorme falta de responsabilidad. De irresponsable, efectivamente, se puede calificar a la actitud de unos dirigentes que no han dudado en dejar en tierra miles de trabajadores, en muchos casos a miles de kilómetros de sus hogares o destinos, o lo que es peor, a cerca de 80 mil pasajeros –sus clientes y razón de ser de cualquier empresa- en igual lamentable situación. Ha hecho falta un dictamen del órgano de arbitraje laboral de Australia para que la directiva de Qantas depusiera su actitud. No ha pasado nada más; tampoco nada menos. Un plácido final si tenemos en cuenta el tamaño del desaguisado y sus consecuencias, que invita a reflexionar. ¿Qué hubiera pasado jurídica y mediáticamente, si el desencadenante de la crisis se hubiese alojando en plataforma y no en los despachos? ¿Las responsabilidades en este tipo de actitudes son las mismas para dirección o trabajadores? ¿Y si hubiesen sido los pilotos los que en masa no se hubieran presentado para cubrir sus vuelos? Demasiadas preguntas con respuestas que conducen las más de las veces al callejón sin salida del doble rasero.
|